Mucho antes de Alfonso XIII y los Borbones, otro legendario futuro rey, proveniente de lejanas tierras nórdicas, estableció su asentamiento en la Isla de Cortegada. Olaf Haraldsson, más tarde convertido en Olaf II de Noruega y posteriormente canonizado como San Olaf, tuvo un pasado vikingo que se cruzó en el camino de la Isla de Cortegada.
Quién fue Olaf II Haraldsson
Hijo del lord Harald Grenske y descendiente del rey de Noruega Harald I Fairhair, Olaf, nacido alrededor del año 995, creció como pagano y se convirtió en guerrero vikingo en la región del Báltico. Luchó contra los ingleses en 1009-1011, pero luego ayudó al gobernante inglés Aethelred II el Indeciso contra los daneses. Cuando el rey danés Svend I prevaleció en Inglaterra, Olaf dirigió sus naves a España y luego a Francia, donde fue bautizado en Rouen.
De regreso en Noruega en 1015, Olaf conquistó territorios previamente dominados por Dinamarca, Suecia y Noruega; para 1016 ya había consolidado su dominio en toda Noruega. En los siguientes 12 años construyó su base de apoyo con la aristocracia del interior de la región, presionando sin descanso para la aceptación del cristianismo, utilizando misioneros que había traído de Inglaterra. La Iglesia de Noruega puede fechar su nacimiento en 1024, cuando Olaf y su asesor eclesiástico, el Obispo Grimkell, presentaron un código religioso en Moster.
En 1019 Olaf resolvió su conflicto con el rey sueco Olaf Skötkonung y unió sus fuerzas con el hijo del rey, Anund Jakob, cuando Canuto, rey de Inglaterra y Dinamarca, amenazaba con conquistar Noruega. Con la perspectiva del control de las rutas comerciales al oeste de Noruega, y un control más indirecto del ejercido por Olaf, Canuto se ganó el apoyo de los principales jefes de Noruega. Olaf se vio obligado a huir a Rusia (1028).
En 1030 Olaf intentó reconquistar Noruega, pero fue derrotado en la Batalla de Stiklestad (1030). La popularidad de Olaf, su trabajo en la iglesia, y el aura de leyenda que rodeaba su muerte, que supuestamente fue acompañada por milagros, condujeron a su canonización en 1031. Su popularidad se extendió rápidamente; iglesias y santuarios se construyeron en su honor en Inglaterra, Suecia, y Roma. Fue el último santo Occidental aceptado por la iglesia ortodoxa oriental.
La aventura gallega de Olaf
En el año 1014, Olaf Haraldsson, el mismo que llegó a ser santo, patrono, y rey de Noruega, era todavía un feroz vikingo, encabezando una de las últimas incursiones nórdicas a través de las rías gallegas, puerta de entrada para hacerse con los tesoros que se le atribuían a la afamada ciudad de Santiago de Compostela.
Olaf dirigió sus naves a través de la Ría de Arosa, hasta el punto de desembarco que más lo acercara a la codiciada ciudad de Compostela. Dicho punto se encontraba en el puerto de Carril. Y la Isla de Cortegada, justo frente a Carril, representaba el lugar ideal para acampar. Allí, en lo profundo de la ría, sus drakkars (naves vikingas) estaban al resguardo y Olaf y sus hombres podían establecer un campamento base para sus sanguinarias correrías en las tierras que ellos llamaban Jakobsland (Tierra de Santiago).
No se sabe a ciencia cierta si Olaf llegó a Santiago, pero sí que durante algún tiempo él y sus hordas sembraron el terror en la región con sus pillajes y saqueos y que, finalmente, fueron expulsados por el rey Alfonso V, quien lo venció, obligándolo a levantar su campamento de la Isla de Cortegada y regresar a su tierra.