Una característica distintiva de la Isla de Cortegada es su frondoso bosque de añejos laureles, el más grande de España y probablemente de toda Europa.
Las especiales condiciones climáticas y la ausencia de núcleos urbanos en esta isla, han posibilitado el excepcional desarrollo de este noble árbol que ocupa dos hectáreas y media en la parte norte de la isla (la mitad de su superficie total).
Pero ¿qué es lo que hace del laurel una planta tan especial, vinculada a cientos de milenarios mitos y leyendas?
Laurel: historia, mitos y tradiciones
Honra de emperadores y poetas, las hojas de laurel perfuman la cocina marinera de Galicia.
El laurel (del celta «Lauer» árbol de hoja perenne) en la antigua Grecia, era una planta consagrada a Apolo. De acuerdo con el mito, Apolo, alcanzado por una flecha de oro que le lanzó Eros, fue presa de una gran pasión por Daphne. Pero la ninfa, asustada por el exceso de ardor del pretendiente, invocó la ayuda de los dioses que la complacieron transformándola en un árbol de laurel. Desde ese momento el laurel se convirtió en una planta siempre-verde consagrada al divino Apolo.
Más tarde el mismo Apolo declaró a esta planta sagrada, convirtiéndola en símbolo de paciencia, gloria y triunfo. El dios también estableció, ciñiendo en su cabeza una corona hecha de hojas de laurel, que todos los mortales que se hubieran distinguido por actos heroicos, podrían hacer lo mismo. Así fue que en los primeros Juegos Olímpicos en el año 776 aC, los ganadores fueron coronados con laureles.
En Delfos las hojas de esta planta eran masticadas por las Pitias (pitonisas), y la tradición popular conocida como dafnomancia ha representado durante mucho tiempo una forma de profecía.
En la época romana, las coronas de laurel rodeaban las cabezas de los supremos, como poetas, escritores, cónsules, emperadores, y en la actualidad el término «laureado«, aplicado a quien completa un ciclo de estudios universitarios, proviene de esta aromática planta.
Tradiciones populares
De acuerdo con antiguas tradiciones populares, los campesinos romanos, para congraciarse con el favor del Sol, tenían la costumbre de atar tres ramitas de laurel con un lazo rojo, de este modo se auguraban una buena cosecha, ayudando al trigo a madurar y dando bienestar a la población.
Incluso hoy en día hay diferentes rituales ligados al laurel, por ejemplo, se dice que poner algunas hojas de laurel debajo de la almohada promueve sueños proféticos, mientras que, conservar en la casa algunas hojas de laurel, ayudaría a tener la protección del dios del sol y por lo tanto prosperidad y bienestar.
De acuerdo con muchas de las creencias populares, también, se dice que el laurel nunca es alcanzado por un rayo, protegiendo así las casas cecanas.
En el lenguaje de las flores y las plantas el laurel es considerado símbolo de energía, victoria y gloria y, al ser una planta perenne, es un símbolo de inmortalidad.
Hoy las plantas de laurel encuentran su uso especialmente en la cocina, pero en el pasado se consideraba un medicamento contra las migrañas, la gota, el asma y la fiebre; sus hojas secas se colocaban en los armarios para mantener alejados a los insectos, mientras que las hojas frescas, se intercalaban entre las páginas de los libros para prevenir su amarillamiento.
Estas son algunas de las historias y leyendas ligadas al laurus nobilis, cuando visites el mágnifico bosque de la Isla de Cortegada, podrás admirar mucho más que un «simple» árbol…